Es curioso lo que sucede cuando
la vida no te trata bien.
Cada día haces un esfuerzo enorme
para no condicionar tus relaciones con los demás en base a las malas
experiencias que uno ha tenido con las diferentes personas que deben aparecer
en tu camino y enseñarte a no ser como ellas.
O simplemente aprender. Pero no
aprender cómo se aprende cada día, se aprende lo que más duele en la vida, la
premisa que todos deberíamos conocer. Hay que confiar en las personas por mucho
daño que nos hayan hecho.
Este relato se basa en intentar
perder el miedo y confiar en esa premisa. Espero que os guste.
Soy presa de sus ojos, de su
mirada, de sus caricias. Soy presa de todo lo que le rodea. Su mera sonrisa me
hace sonreír. Cuando estoy con él todo cambia. Lo veo todo tan sencillo cuando estoy a su
lado. Todo merece la pena sólo por haberle conocido.
Voy a la galería de imágenes de
mi móvil y miro la única foto que tenemos juntos. Se me saltan las lágrimas
solo por ser consciente de todo lo que lo quiero, todo lo que le amo.
Pero no es para mí. No es mío. Se
va con cualquieras y algo se clava en mi corazón cuando pienso en otras manos acariciándolo,
besando unos labios que no son los míos, hace seis meses me daba igual. Ahora
me está consumiendo.
Me limpio las lágrimas sin que
nadie pueda verme. Le daría todo lo que un ser humano como yo puede dar. Lo
mejor de uno mismo, confianza, compañía, honestidad, la promesa de no hacerle
daño, borrar tanto dolor.
Pero estoy dividida. Siento como
si dos personas tirasen de mí con fuerza hacia lados apuestos, me deja agotada
y sin saber a dónde ir, qué pensar.
Tengo muchísimo miedo. Las dos
fuerzas que tiran de mi son los miedo y la valentía.
Miedo por todo lo que he
soportado y que no quiero que se vuelva a repetir, miedo de que me traicione,
de que me engañase, de que sabiendo que tiene el poder de hacerme daño lo
utilice en mi contra.
Valentía por deshacerme de todos
esos miedos que él no ha causado. Cuando lo recuerdo lo hago con sonrisas,
buenos momentos, cariño, caricias… calor. Ese calor que vuelve a ponerlo todo
en marcha.
Suspiro y miro por la ventana. Me
pase días llorando cuando dejo de hablarme, miraba sus fotos una y otra vez. Él
estaba conociendo a otra. Supo que le gustaba en cuando la vio. Y ver que
contigo pasa semanas y no quiere ni dar el paso es muy doloroso. Ser tan
consciente del amor que sientes por alguien y que no te corresponde ni en una
mínima parte es demasiado. Resulta insoportable.
Pero volvió, una noche después de
días sin hablar volvió, y lo hizo la misma noche que yo había decidido separar
nuestros caminos. Volvimos a vernos y lo hicimos con demasiada frecuencia.
Tanta que yo fui a más, tanto que me he quedado en el filo del precipicio.
Creo que se contiene. Cogimos
confianza y nos contábamos todo. El se abrió sorprendentemente. Aún recuerdo
esos momentos en los que ha reconocido tener sentimientos, pero siempre escondidas
en palabras, nunca de forma directa.
Definitivamente se contiene. Y ha
pasado de contenerse a hacer y decir cosas que me alejen de él.
Yo le digo que le quiero porque
sé que me dirá que no. De hecho, lloro por la cobardía que mancha todas mis
palabras y acciones. Tengo mucho más miedo a que me diga que si a que me diga
que no. Un no ya lo tengo y sé que supone seguir de amigos, o perderlo, pero no
va a ir nada más.
Un sí supondría confiar en él,
darle mi amor que exista la posibilidad de que pueda destruirme, pero confiar
en que no lo hará porque me quiere y es bueno.
Él hace y dice cosas para
alejarme. Tiene miedo.
Yo digo y hago cosas para que me
diga que no. Tengo miedo.
Sonrío en el autobús. Hasta en
eso nos parecemos.
Sin compromiso ninguno entre
nosotros no encuentro la razón de que me soporte tanto cuando puede dejar de
hacerlo en cualquier momento. Yo le
soporto tanto porque lo amo.
Solo quiero que sea él y siempre
será él.
Puedo intentar resistir todo lo
que quiera y llenar mi boca de palabras que lo alejen, pero siempre seré presa
de sus miradas, de sus labios, de sus caricias.
Es el único que ha atravesado mi
muro, es el único que ha entrado tan profundo. Y siempre será así por mucho que
intente negarlo sólo me engaño a mi misma con afirmaciones tan pobres.
Es mi kriptonita y siempre lo
será.
Viviré sin él, pero siempre que
aparezca en mi vida mi mundo cambiará.
Me llena de confusión. Cosas que
decía no hacer las hace conmigo. Los leves comentarios que revelan
sentimientos, palabras y caricias que no corresponden con lo que me quiere
hacer creer.
No sé si me quiere y nunca lo
sabré.
Sólo sé que tenemos miedo. Nos
rondan los mismos fantasmas.
Y hasta en eso nos parecemos.
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