viernes, 23 de agosto de 2013

Autorretrato

    

     Creo en el poder de la fotografía. Para mi es increíble cómo se puede decir en una imagen tantas cosas. Transmitir tanto. 

     Sinceramente, algo que todo el mundo debería tener es una foto de autorretrato. Una foto que capture tu personalidad al máximo, que diga todo de ti sin necesidad de explicar nada.

     Yo lo he intentado. Ya en este blog se puede intuir mi personalidad y supongo que por mi escritura también se intuye pero, he conseguido hacerme la foto que me define, me refleja.

     La idea fue mía y una gran amiga fue la encargada de hacerme las fotos. Pequeños retoques y listo.

     Estoy muy contenta y orgullosa de haber conseguido mi espejo en una foto.

     Os recomiendo una.



Hojas al viento



 No. No he muerto. El verano pasa factura, y la verdad, he estado descansando y cargando pilas para el curso más estresante de la carrera… el último.  

 A pesar de eso, no hay nada mejor que mi vida y las cosas tan interesantes que me pasan para inspirarme, y bueno, tengo un relatito nuevo para vosotros.

El concurso de relatos no lo gané, ni quedé entre las finalistas pero como buena perdedora leí el ganador… la verdad, el mío estaba mejor. Yo al menos no lo entendí y no me gusto. De hecho si ese es el ganador ni me he molestado en leer los finalistas.

Como siempre es mi opinión.

Si queréis comprobarlo meteros en este enlace y así me comentáis que os ha parecido.

Nuevo relato. Inspiración: Odiar que la gente mienta.

Disfrutadlo.


Hojas al viento


Antes importaba. Importaba muchísimo. De hecho, eso me hacía llevar una gran carga, la de no fallar.

Pero me encantaba. Yo aparecía y todo el mundo escuchaba, expectante. Esperaban que con mi presencia las cosas cambiaran, que sus vidas, su visión de las cosas, dieran un giro.

Así era yo de relevante para el mundo.

Tenía la cualidad de cambiar vidas.

Era maravilloso.

Durante años he sido la compañera perfecta de pensadores, filósofos… personas que cuando hablaban marcaban. Y juntos dejábamos huella.

Pero todo ha cambiado. Drásticamente. Ahora no soy nada.

El viento me lleva como una hoja. Impotente me seco, me pisan, me barren… no me valoran.

La gente miente y eso me envenena.

Y eso me ha ido matando poco a poco hasta destruirme.

 Antes mi presencia llenaba, ahora decepciono, fallo. Y lo odio.

Es tarde para lo que se atreven a utilizarme con sinceridad. Nadie les creerá.

Y me alegro, sinceramente, me alegro. No es bueno confiar en mí. Ahora no.

Sólo los ilusos lo hacen. Y para mi sorpresa, hay muchísimas personas que todavía creen  que cuando acuden a mí es para ser sinceros.

Incluso un “me importas” tan puro puede estar contaminado de falsedad.

Mi opinión, si no es verdad no mancilles unas palabras que para algunos son tan importantes y significan tanto.

Sí… soy las palabras, antes cargadas de sentimientos, de buenas intenciones… ahora sin equipaje. Y eso me hace sentir vacía.

Pero… un momento. ¡Veo algo a los lejos! ¡Se acerca desde el horizonte!

No sé cómo pero sé que es mi última esperanza. 

-          Llego para ayudarte – me transmite lo imposible.
-          Y yo llevo esperándote décadas – lo miro – ahora que te veo lo sé.
-          Sé que has sufrido – sus ojos parecen sentir mi dolor. Eso me calma, me fortalece.
-          Ahora podré volver a ser lo que fui – lágrimas acuden a mis ojos, caen por mis mejillas. Él las acaricia. Mi corazón se derrite.
-          No sólo lo que fuiste, ahora serás mejor – me sonríe como s nada malo fuera a pasar – lo sé.

Su seguridad destruye mis miedos. Siento como si nunca hubieran estado aquí, dentro de mí.

-          Siento como si me completases. Cómo si hubiera estado vacía hasta ahora.
-          Y no te equivocas. Nos completamos. Nos llenamos.
-          ¿Cómo puedo ser tan importante para ti?
-          El ser humano no está satisfecho con demostrar sus sentimientos. Siempre tiene la necesidad de decirlo.
-          ¿Me necesitan?
-          Total y absolutamente. Nunca lo dudes. No hay nada más bello que asegurar con palabas lo que uno cree saber. El misterio es bonito, pero la certeza de saber es mucho más increíble.
-          Entonces… ¿quién eres? – lo cojo de la mano – no sé por qué pero no quiero perderte – un mano me oprime el pecho solo de pensarlo – ahora no – ruego.
-          Nunca me iré. Lo actos no son nada sin las palabras – me confiesa.
-          Y las palabras no son nada si no se demuestran con actos -  convine.

Nos miramos a los ojos.

Ahora sí, ahora volveremos a ser importantes. La gente se dará cuenta de que utilizarnos por serado es falso.

Ahora el mundo será un lugar mejor.

Juntos, volveremos a cambiar vidas.

Te quiero Actos.
 Siempre tuya.
 Las Palabras.