sábado, 26 de julio de 2014

Mentiras abiertas



     ¡¡Buenas!!

     Lo sé, escribo poquísimo y sabéis que me encanta, al menos no deberíais dudarlo. Tampoco es porque no me pasen cosas, de hecho me pasan un millón, pero bueno.  La cosa es que espero que me llegue la inspiración siempre, es la única forma de que me salga de dentro y me salga de verdad, es esa la forma en la que me gusta escribir.

    Bueno, son muchas cosas las que ha pasado en poco tiempo, como siempre, la mayoría malas pero algunas muy buenas. Cada día me vuelvo más segura de mi misma, de hecho, creo que estoy alcanzando tal seguridad que no voy a tener límite ni freno. Y eso no me asusta, todo lo contrario… me encanta. Esta gran contribución la tiene una persona muy especial para mí.

     Mi primer amor. Puede sonar a tópico, pero ha sido él quien ha inspirado todo esto. Y no precisamente porque me corresponda y me adore… pasa todo lo contrario. Me ha puesto contra las cuerdas y me ha hecho elegir, y sinceramente, me he elegido a mí misma. No le he mentido, las mentiras son una pérdida de tiempo, las verdades, aunque duelan, son lo que nos hacen fuerte. Así que nada, aquí estoy echando de menos a una persona con la que no quiero estar.

      Puede sonar raro pero solo había dos opciones: una, estar con él y conformarme con las migajas que me da, y dos, dejarlo para siempre y saber que merezco mucho más que eso, y aún queriéndolo, no me voy a conformar. Creo que conformarse es lo peor que uno puede hacer. Pienso en él pero solo es hasta que encuentre a alguien mejor.

     Así que nada, en esta etapa que puede resultar dolorosa a mí me encanta. No soy masoquista, simplemente se que el dolor es parte de vivir, y me encanta que me pasen cosas que me hagan sentir viva y que me hagan aprender cada día. Soy la chica que siempre quise ser, y eso que acabo de empezar.

     Os dejo con este relato que espero que os guste. Recordad, vivid sin miedos y haced lo que os salga de dentro, borrar los miedos y no os quedéis con las ganas de hacer cualquier cosa. El tren de las oportunidades no para.

     Un besito y hasta pronto. (P.D: Siento las faltas de ortografía si las hay)


            Cierro el portátil. Miro el reloj y son las tres de la mañana. Me estiro en la silla y suspiro.

        Ha sido un día de locos. No he parado en todo el día y aún así cuando he venido de trabajar necesitaba seguir haciendo cosas.

            La razón es sencilla.

            Él.

           Siempre es él.

          Me quita el sueño y aparece en ellos. Es horrible.

         No me lo puedo quitar de la cabeza ni un segundo. Encima trabajamos juntos y joder… como duele ver como liga con todas. Como habla de todas las chicas con las que está, con las que se acuesta. Mi sangre comienza a hervir en cuanto comienzo a ver en mi mente las manos de otra por su cara, besándolo,  abrazándolo…

           Si se mantuviese callado en mi presencia  todo me resultaría más sencillo. Me río en voz alta. Ese ha sido un pensamiento muy estúpido. Nunca me van a resultar fáciles las cosas, por pequeña que sea. En cierto modo me gusta, me hace ser fuerte, segura.

          Su parloteo constante sobre sexo y el número de chicas que pasan por su cama me hace mirarlo como si fuese un neandertal, obtuso, que se golpea el pecho con orgullo pro la gran cantidad de corazones rotos que hay bajo sus pies, por la cantidad de chicas que acumula bajo su cama.

          Lo pienso detenidamente. Es triste.

         No puedo verlo de otra forma. Me da la sensación de que quiere su objetivo es olvidar el vacío que siente en los minutos que dura un polvo. Pero solo son ideas, no me gusta pensar cosas así tan a la ligera, sin pruebas.

         Muchas veces lo miro a los ojos y me pregunto por qué. Vamos no soy una cría, se que si no me quiere pues no me quiere, es normal no ser correspondido, pero, cada vez que lo miro, no me da esa sensación.
Sus ojos transmiten vacío.
-         
                                -  ¿De qué te ríes? – me preguntó. Supuse que hablaba de la sonrisa tan estúpida que se me dibuja en la cara siempre que estoy con él.
-           
          - De nada – lo miro mientras mi sonrisa se vuelve mucho más grande. El comienza a sonreír, inesperadamente – ¿Y tú de qué te ríes? – lo miro con curiosidad.
-        
                              -   De ti… me gusta tu sonrisa – se encoge de hombros como si fuese normal. No sé que responder. El llena el vacío con las palabras que ni en mis sueños he tenido el placer de escuchar – me estoy enamorando de ti… ¿te imaginas?

          Yo no salgo de mi asombro. Me pongo a la defensiva en cuanto mi cuerpo reconoce que puedo caer en la debilidad.
-                         
                - Ya. Tu enamorándote – la ironía escribió esas palabras.

           Escondo mi cara entre las manos. Mi mente se había ido a ese momento tan jodidamente doloroso… y esperanzador. En ese momento sentía que, de algún modo, sin saber de qué forma, yo le había llegado. De hecho puede que ni él lo supiera.

            O puede que sí y no quiera nada serio por ese mismo motivo.

            Miedo.

           Y estoy muy cansada del miedo.

           Pero eso sucedió el 23 de marzo, y poco después yo me di cuenta de que no podía más.

          Eso poco que me daba, esos encuentros que me daban la vida, eran vacío. Eran gotas de agua para un corazón muerto de sed.

           Y eso me destrozaba. Fui egoísta y me elegí a mí misma. Me cansaba de escuchar a la gente decir que era lo mejor, que un milagro es lo mínimo que me merezco… y mi respuesta siempre era la misma.

            Escepticismo.

            Se ha acabado.

            Los miedos y las inseguridades ya no tienen lugar en mi vida.

          Llevamos muchísimo tiempo sin hablar. Sería una gilipollez mentirme diciendo que estoy bien. No es cierto y cada día lo echo de menos. Se me ilumina la cara solo con mirarle. Su presencia me despierta por completo. Mi cuerpo se pone en guardia solo con saber que está cerca. Me estimula constantemente.

          Encima, en ocasiones, tiene detalles que no facilitan la labor de olvidarle. Él sabe lo que siente, me he encargado de que lo sepa muy bien. Pero hoy ha sido durísimo. Me ha tocado el pelo a la vez que me miraba a los ojos. Me ha acariciado la mejilla mientras me miraba profundamente. Solo me ha faltado suspirar.

          Me quedaría ahí para siempre. Si pudiera elegir, elegiría mirarlo y disfrutar de sus caricias. De lo que me hace sentir.

            Me acuesto en la cama. Lágrimas acuden a mis ojos. Es una mierda y es duro, pero es genial.

           Al menos he sentido. Pero no tener respuestas por su parte me muerde por dentro. Sus respuestas a mis millones de preguntas siempre ha sido la misma.

           “Nunca sabrás lo que pienso”.

          Y no tener nada claro ni cierto es lo peor. Lo hace para mantenerme ahí pero… tampoco tiene sentido. Tiene a la que quiera, él es lo tan seguro como la luz del sol. Es fuerte y carismático… y no le dice que no a ninguna. Entonces, ¿Por qué ese afán de mantenerme ahí?

               Recuerdo una vez que se enfadó muchísimo y mi amiga le preguntó algo crucial.
Sin miramientos mi amiga le soltó la pregunta más importante: “Entonces no ha sido nada para ti, ¿no?, nunca he ha importando”

             “Eso no es de ti incumbencia” fue su respuesta. Sabría que mi amiga me lo diría, y sinceramente, me moría de ganas de escuchar un NO tan grande que se escuchase los trozos de mi alma romperse en mil pedazos.

             Tampoco entendí eso.

            Trago el nudo de mi garganta y suspiro. Es maravilloso que me haya bloqueado del Whatsapp y del resto de redes sociales. Me facilita la tarea de olvidarlo, aunque días como estos son insufribles, sobre todo si su comportamiento es tan maravillo y dulce.

             Cojo el móvil para quitar el volumen y poder dormir.

             Mañana será otro día, y me encontraré más cerca de olvidarlo y de pasar página.

             Veo un Whatsapp.

             Los grupos de la universidad me tienen agotadísima y agobiada… pero eso me distrae.

             Me quedo congelada.

             1 mensaje suyo.

              Bloqueo el móvil sin leerlo. No me atrevo. Antes voy a coger fuerzas.

              Miro al techo de mi habitación, riéndome por no llorar.
-      
                                        Definitivamente, nunca voy a tener nada fácil ¿eh?

               La pregunta es retórica, ya se la respuesta y siempre la sé.

               No.

              Suspiro cansada. No tengo verdades.

              Solo mentiras abiertas.