Nunca
he hablado de amor.
Y
no hablo de enamorarse de alguien perdidamente sino del simple hecho
de buscar a alguien y conocer a esa persona a la que entregarle tu
corazón.
La
búsqueda ya en sí debe ser algo puro.
Sólo
pensar en querer buscar a esa persona que te pueda hacer daño y a la
vez te puede dar tanto es un acto de valor.
Cuando
eres una persona madura, es decir, llevas un bagaje personal
considerable, ya no sólo en tema amoroso, que incluso puede ser
inexistente, cuesta más. Esa persona ya se ha hecho a sí misma,
sabe lo que quiere, lleva en sus espaldas una cantidad elevada de
experiencias con personas que no le han aportado, incluso que le han
hecho daño.
En
esos casos el salto se basa más en dejar tu conocimiento en el
suelo, como si te quitarás la ropa que te tapa y te hace estar
tranquilo para encontrarte con el acantilado que te hace sentir
vulnerable.
Básicamente,
la vida.
Yo
nunca me he enamorado y considero que la búsqueda debe ser algo
sincero, claro, simple, conciso. No mientas, engañes, niegues,
evites… da la cara.
Desde
el momento en el que se cruzan las miradas se debe decir toda la
verdad y lo que uno piensa. Simplemente, por respeto al otro.
Sólo
por eso, aunque no salga bien, habrá merecido la pena arriesgarse.
Por
desgracia, nunca pasa esto.
Nunca.
Y
eso es lo que hace que las personas no quieran buscar a nadie. Te
puedes hacer daño de mil formas antes de dar con el adecuado.
Y
una cosa tengo clara. No se le puede tener miedo al dolor. Es
inevitable, inherente a la vida.
Sin
dolor no se vive. Es síntoma de que sientes y padeces. Es prueba
básica de que estás viva.
Y
cuanto más dolor sientas, con mayor intensidad vives.
Son
caras de la misma moneda.
Y
como siempre. Tu lo haces y los demás no. Tú respetas y el resto de
personas no parecen saber ni lo que es. Sólo es no mentir. Es hacer
que la otra persona no pierda la esperanza en seguir buscando a
alguien aunque contigo no funcione. Pero parece ser que los hombres
se cruzan en tu camino con el único objetivo de hacerte desconfiar
del resto para que no encuentres a nadie y se te quiten las ganas.
Para que te quedes en tu casa amargada, esperando el príncipe azul
que, primero ni existe ni vendrá por sí sólo.
Sí
todas pensáramos que el hombre de nuestra vida llamará a la puerta
nos quedaríamos encerradas y no lo conoceríamos nunca. Y por favor,
dejemos los tópicos de que debe ser él el que dé el paso, que se
acerque, que tenga interés. La mujer ha cambiado y su forma de
actuar también.
Ahora
las mujeres tenemos valor y somos intensas, no tenemos miedo a nada.
Y los hombres o se adaptan o se quedan solos.
Dicho
esto. Me niego a quedarme encerrada esperando para que nunca llegue.
No voy a darle el gusto de volverme pequeña. La vida es prueba y
error y no podemos parar de buscar por simples tropiezos.
Porque
eso son. Tropiezos.
No
podemos entristecer o dejar de verle sentido a nada porque estemos
solas. Nos queremos. Lo demás debe ser una elección.
Algunas
veces se gana…. otras se aprende.
Ahora
bien, cuando ya eres una persona madura, cuesta.
Reconozco
que escribo esto porque hace un par de horas me acaba de pasar algo
intenso y eso me inspira.
Me
considero, inteligente, madura, he dado el salto… y me he
equivocada. Ni enamorada ni nada, pero sólo es que te tiren a la
cara ese pequeño voto de confianza que otorgas con el simple hecho
de interesarte en conocer a alguien.
Mi
problema no es que me hayan hecho daño. Por favor, eso te lo hará
todo el mundo, seamos realistas. La cosa es que después de haber
pasado por tanto y haberlo superado, me siento gilipollas cuando me
hacen esto en un tema en el que soy novata.
Me
da vergüenza. Si, vergüenza.
Vergüenza
de haber sido tonta, estúpida, por haber confiado, por haberme
arriesgado. No quiero ni contárselo a nadie. De hecho me costará
disolver el nudo en el estómago que me aprieta las entrañas de
todos los sentimientos que siento y que tiene por pegamento la
vergüenza.
Pero
debo separar mi madurez personal, con la vida y las personas… de la
amorosa.
Son
dos ríos que descendiente de montañas diferentes. Son mis primeras
veces en esto del “amor” y siempre soy yo misma aplicando la
misma lógica.
Dejemos
las tonterías y seamos serios. Antes de tener delante a una persona
de la que te puedes enamorar tienes a un ser humano que siente y
padece. Respétala.
Lo
veo tan sencillo y tan simple.
Mi
estrategia será la siguiente. Pienso y seguiré pensando que el amor
es AMOR cuando se vive y se siente sin pensamientos racionales. La
atracción es una locura, el amor es una locura…. Todo debe ser una
locura. Es lo único en la vida que debe escaparse de la mente…. Y
sentirse con el corazón.
Parece
una mariconada pero es así. Mejor haberlo intentado y que te hayan
hecho daño que no haberte arriesgado y quedarte con las dos palabras
que te arruinan la vida y te quitan el sueño.
Y
si….
No.
Basta. Arriésgate, lucha, busca, disfruta, siente… se tu.
Si
lo haces así, da igual cuantas veces te hagan daño, sabes que has
dado todo y has sentido. Y eso créeme que nunca se olvida. No
cometamos el fallo de creernos películas como “el diario de Noa”,
ni de creer en hombres cachas y guapos. Ambos son los que más daños
hacen.
Una
película que nos hace creer en algo inexistente, onírico, idílico.
Unos
hombres que nos ven estúpidas y utilizables porque la mayoría de
nosotras los han hecho verse como dioses.
Y
por dios, no voy a caer en la trampa de parar a sentarme, llorar
porque sale mal y porque no encuentro a nadie.
Centro
mi vida en algo mejor y que lo mueve todo, ayer, hoy y mañana.
Quererme,
realizarme, hacer todo lo que quiera. Lo demás, perdona, es cuestión
del destino.
Y
no voy a dejar mi felicidad en manos ni del destino ni del azar. Y
menos en las manos de un tonto.
Así
de claro. Mientras mi vida sigue, y yo con ella, agarrada bien fuerte
para no caerme, disfrutando del camino, intentaré seguir buscando.
No me bajaré del tren. Nunca.
Seguiré
y viviré.
Porque
la vida es dolor, y la vida es lo más bello que nos ha podido pasar.
La
recibo con los brazos abiertos a ella y todo lo que conlleva. No me
amedrento por nada ni nadie. No sé lo que es rendirse.
Así
de sencillo: ¿sí la vida hay que lucharla, por qué el amor no?
Si
no puedes dejar que la vida te derrumbe. Con el amor tampoco debes
dejar que pase. Porque amar es parte de la vida.
Repito…
unas veces se gana, otras tantas se aprende.