viernes, 25 de octubre de 2013

Que no sea necesidad, que sea una elección.




Nunca he hablado de amor.
Y no hablo de enamorarse de alguien perdidamente sino del simple hecho de buscar a alguien y conocer a esa persona a la que entregarle tu corazón.
La búsqueda ya en sí debe ser algo puro.
Sólo pensar en querer buscar a esa persona que te pueda hacer daño y a la vez te puede dar tanto es un acto de valor.
Cuando eres una persona madura, es decir, llevas un bagaje personal considerable, ya no sólo en tema amoroso, que incluso puede ser inexistente, cuesta más. Esa persona ya se ha hecho a sí misma, sabe lo que quiere, lleva en sus espaldas una cantidad elevada de experiencias con personas que no le han aportado, incluso que le han hecho daño.
En esos casos el salto se basa más en dejar tu conocimiento en el suelo, como si te quitarás la ropa que te tapa y te hace estar tranquilo para encontrarte con el acantilado que te hace sentir vulnerable.
Básicamente, la vida.
Yo nunca me he enamorado y considero que la búsqueda debe ser algo sincero, claro, simple, conciso. No mientas, engañes, niegues, evites… da la cara.
Desde el momento en el que se cruzan las miradas se debe decir toda la verdad y lo que uno piensa. Simplemente, por respeto al otro.
Sólo por eso, aunque no salga bien, habrá merecido la pena arriesgarse.
Por desgracia, nunca pasa esto.
Nunca.
Y eso es lo que hace que las personas no quieran buscar a nadie. Te puedes hacer daño de mil formas antes de dar con el adecuado.
Y una cosa tengo clara. No se le puede tener miedo al dolor. Es inevitable, inherente a la vida.
Sin dolor no se vive. Es síntoma de que sientes y padeces. Es prueba básica de que estás viva.
Y cuanto más dolor sientas, con mayor intensidad vives.
Son caras de la misma moneda.
Y como siempre. Tu lo haces y los demás no. Tú respetas y el resto de personas no parecen saber ni lo que es. Sólo es no mentir. Es hacer que la otra persona no pierda la esperanza en seguir buscando a alguien aunque contigo no funcione. Pero parece ser que los hombres se cruzan en tu camino con el único objetivo de hacerte desconfiar del resto para que no encuentres a nadie y se te quiten las ganas. Para que te quedes en tu casa amargada, esperando el príncipe azul que, primero ni existe ni vendrá por sí sólo.
Sí todas pensáramos que el hombre de nuestra vida llamará a la puerta nos quedaríamos encerradas y no lo conoceríamos nunca. Y por favor, dejemos los tópicos de que debe ser él el que dé el paso, que se acerque, que tenga interés. La mujer ha cambiado y su forma de actuar también.
Ahora las mujeres tenemos valor y somos intensas, no tenemos miedo a nada. Y los hombres o se adaptan o se quedan solos.
Dicho esto. Me niego a quedarme encerrada esperando para que nunca llegue. No voy a darle el gusto de volverme pequeña. La vida es prueba y error y no podemos parar de buscar por simples tropiezos.
Porque eso son. Tropiezos.
No podemos entristecer o dejar de verle sentido a nada porque estemos solas. Nos queremos. Lo demás debe ser una elección.
Algunas veces se gana…. otras se aprende.
Ahora bien, cuando ya eres una persona madura, cuesta.
Reconozco que escribo esto porque hace un par de horas me acaba de pasar algo intenso y eso me inspira.
Me considero, inteligente, madura, he dado el salto… y me he equivocada. Ni enamorada ni nada, pero sólo es que te tiren a la cara ese pequeño voto de confianza que otorgas con el simple hecho de interesarte en conocer a alguien.
Mi problema no es que me hayan hecho daño. Por favor, eso te lo hará todo el mundo, seamos realistas. La cosa es que después de haber pasado por tanto y haberlo superado, me siento gilipollas cuando me hacen esto en un tema en el que soy novata.
Me da vergüenza. Si, vergüenza.
Vergüenza de haber sido tonta, estúpida, por haber confiado, por haberme arriesgado. No quiero ni contárselo a nadie. De hecho me costará disolver el nudo en el estómago que me aprieta las entrañas de todos los sentimientos que siento y que tiene por pegamento la vergüenza.
Pero debo separar mi madurez personal, con la vida y las personas… de la amorosa.
Son dos ríos que descendiente de montañas diferentes. Son mis primeras veces en esto del “amor” y siempre soy yo misma aplicando la misma lógica.
Dejemos las tonterías y seamos serios. Antes de tener delante a una persona de la que te puedes enamorar tienes a un ser humano que siente y padece. Respétala.
Lo veo tan sencillo y tan simple.
Mi estrategia será la siguiente. Pienso y seguiré pensando que el amor es AMOR cuando se vive y se siente sin pensamientos racionales. La atracción es una locura, el amor es una locura…. Todo debe ser una locura. Es lo único en la vida que debe escaparse de la mente…. Y sentirse con el corazón.
Parece una mariconada pero es así. Mejor haberlo intentado y que te hayan hecho daño que no haberte arriesgado y quedarte con las dos palabras que te arruinan la vida y te quitan el sueño.
Y si….
No. Basta. Arriésgate, lucha, busca, disfruta, siente… se tu.
Si lo haces así, da igual cuantas veces te hagan daño, sabes que has dado todo y has sentido. Y eso créeme que nunca se olvida. No cometamos el fallo de creernos películas como “el diario de Noa”, ni de creer en hombres cachas y guapos. Ambos son los que más daños hacen.
Una película que nos hace creer en algo inexistente, onírico, idílico.
Unos hombres que nos ven estúpidas y utilizables porque la mayoría de nosotras los han hecho verse como dioses.
Y por dios, no voy a caer en la trampa de parar a sentarme, llorar porque sale mal y porque no encuentro a nadie.
Centro mi vida en algo mejor y que lo mueve todo, ayer, hoy y mañana.
Quererme, realizarme, hacer todo lo que quiera. Lo demás, perdona, es cuestión del destino.
Y no voy a dejar mi felicidad en manos ni del destino ni del azar. Y menos en las manos de un tonto.
Así de claro. Mientras mi vida sigue, y yo con ella, agarrada bien fuerte para no caerme, disfrutando del camino, intentaré seguir buscando. No me bajaré del tren. Nunca.
Seguiré y viviré.
Porque la vida es dolor, y la vida es lo más bello que nos ha podido pasar.
La recibo con los brazos abiertos a ella y todo lo que conlleva. No me amedrento por nada ni nadie. No sé lo que es rendirse.
Así de sencillo: ¿sí la vida hay que lucharla, por qué el amor no?
Si no puedes dejar que la vida te derrumbe. Con el amor tampoco debes dejar que pase. Porque amar es parte de la vida.
Repito… unas veces se gana, otras tantas se aprende.