lunes, 1 de julio de 2013

Una de mis pequeñas estrellas





     La vida se caracteriza por unos atributos que en numerosas ocasiones, para mi gusto demasiadas, la llenan de tristeza, miedo, inseguridad…

     En una sola palabra: incontrolable.

     Y justamente eso, desde que nacemos, es lo que nos enseñan a odiar. Nos ahogan en rutina, control, normalidad… en lo establecido.

     ¿Nos enseñan a odiar la vida entonces?

     ¿Tantas tristezas, depresiones, desconocimiento y duda son por la batalla constante en lo que nos enseñan a ser y lo que la vida quiere que seamos?

      La respuesta, para mí, solo la puede encontrar uno mismo, en nuestro interior. Y muy pocos logran ver la vida tal y como es para nosotros.

      No será nunca igual al resto, a veces te cansarás cuando te de golpes…. Pero hay que amarla. La vida es NUESTRA VIDA, y no deja de ser bella, alegre, especial si la creemos así. No dejemos que el miedo nos impida disfrutar de la vida que nos ha tocado.

     Ahora bien, hay personas que ayudan a comprender esto.

     Entre ellas, en mi vida, está Ángela Robles.

     Es cierto que se podría decir que he tenido que aprender todo muy rápido desde el principio por cuestión de supervivencia, pero lo que no sabía era lo que facilitaba la tarea de conocer a una persona así.

     Ella es… plana.

    Estar con ella y que en ningún momento se me pase por la cabeza la sombra de la duda. Micha gente hace daño, y en la mayoría de los casos no lo esperas. Miras a muchas personas y piensas que no son de fiar.

     Pero saber que ella no va a hacer absolutamente nada que pueda causarme daño porque me quiere me hace tan feliz que no encuentro palabras. Es increíblemente especial y preciosa esa tranquilidad que me reporta que llena todos los vacios.

     Me hace feliz que se haya parado a ver algo más, excavar en lo más profundo y que cuando lo vea todo en su forma pura, los orígenes de tus miedos, de tus dudas, de tu tristeza… y que lo único que se le ocurra con toda esa información es intentar curarte desde dentro, porque me lo merezco.

     Me expuse con ella y gané para siempre. Cree en mí, me apoya, me ayuda, me anima… me hace feliz.
Puede que quede pesada pero es la verdad, y me niego a tapar algo tan bonito.

      La quiero y me encantaría tenerla siempre, seguir ayudándola y queriéndola para devolver todo lo que ella significa.

      Es simplemente…  una de mis pequeñas estrellas.